Una sabia respuesta a una pregunta tan común -como compleja- ¿Dónde está
Dios?; y una perspectiva musulmana sobre la teoría del Big Bang ...
miércoles, 18 de diciembre de 2013
lunes, 16 de diciembre de 2013
La Sura Al-Fatiha | El primer capítulo del Corán
Este capítulo del Corán se considera el resumen de todo el mensaje divino que Dios reveló a su último mensajero, el Profeta Muhammad, la paz sea con él. Una llamada a la humanidad a adorar al Señor del universo, el Creador y el Dios Único.
La belleza de la llamada del Islam | El Adhan
La belleza de la llamada del Islam es algo tan puro que conmueve los
corazones. Observad lo que le ocurre a esta reportera de BBC al escuchar
el Adhan, la llamada a la oración.
martes, 12 de noviembre de 2013
viernes, 18 de octubre de 2013
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El Profeta (s) dijo: "Quien guía a alguien hacia el Bien, (recibirá la misma recompensa) que el que lo hace"
MUHAMMAD, EL MENSAJERO DE DIOS (s) Parte 1
Parte 1:
La necesidad de un último Profeta
Corría
el siglo sexto después de Jesús, y la humanidad de nuevo se encontraba
sumergida en las tinieblas de la ignorancia, la avaricia y la opresión. Ya
habían transcurrido más de 500 años desde que el último enviado de Dios propagara
el mensaje divino, que por desgracia, se vio dañado a través del tiempo y de
influencias ajenas a dicho mensaje.
Había
en la Tierra idólatras, gentes que adoraban a las estatuas, hechas de piedra y madera;
también había adoradores del sol, del fuego, de los astros, de los animales y de
las plantas. Se aplicaban las creencias a conveniencia, sin dar importancia a
su veracidad.
Los
únicos que no adoraban algo inerte, carente de vida o de capacidad de causar
daño o beneficio; o vivo, pero con un principio y fin, eran los judíos y los “cristianos”[1]. Ambos grupos se odiaban a
muerte entre ellos, pues los primeros rechazaban a Jesús, que, según ellos, era
un impostor; los cristianos, por su parte, consideraban a los judíos asesinos
de Jesús, el enviado de Dios (o Dios mismo, como creían determinados grupos
dentro del cristianismo.)
Admitiendo
que Jesús era un enviado de Dios, como quedó probado durante su estancia en la
Tierra, y a través de sus milagros, el Evangelio de Jesús, del cual Jesús mismo
habló, debería ser tomado como mensaje divino.
“(Jesús:)Y en verdad os digo: Dondequiera que el Evangelio se predique en el mundo
entero, también se hablará de lo que ésta ha hecho, para memoria suya.” (Marcos 14:9)
Pero, por
desgracia, después de unos años, se perdió el Evangelio original, la Palabra de
Dios, y no quedó sino una obra humana, que trababa de transmitir la vida de
Jesús – y esto, según las fuentes y la interpretación de cada escritor-. En tan
solo 100 años de la ausencia de Jesús, se produjeron más de 80 evangelios
diferentes. Los cuatro que forman hoy parte del Nuevo Testamento fueron
elegidos por los Trinitarios como parte de la Biblia, en el Concilio de Nicea,
año 325 después de Jesús; todos los demás fueron rechazados.
Pese a
todo, el problema no quedó solucionado, pues aún teníamos cuatro evangelios
diferentes, y que, además, se contradecían en muchas ocasiones. Aquí tenéis un
ejemplo de cuánto puede variar un evangelio de otro:
“Azor fue padre de Sadoc, Sadoc de Aquim y éste de Eliud.
Eliud fue padre de Eleazar, Eleazar de Matán y éste de Jacob. Jacob fue
padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.” (Mateos
1:14-16)
“Cuando
comenzó su ministerio, Jesús tenía unos treinta años y se lo consideraba hijo
de José. José era hijo de Elí; Elí, hijo de Matat; Mata, hijo de Leví;
Leví, hijo de Melquí; Melquí, hijo de Janai; Janai, hijo de José.” (Lucas 3:23-24)
Como podéis
constatar, es imposible que José tuviera dos padres diferentes, (y con él su
padre, el padre de su padre… hasta Adán). Ambas cadenas son completamente
diferentes, lo que demuestra que estos ‘evangelios’ son de producción humana,
pues en el mensaje divino no puede haber error ni contradicción.
Si aún no
os habéis convencido de ello, leed el principio del Evangelio según San Lucas:
“Muchos han tratado de relatar ordenadamente los
acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron
transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y
servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme cuidadosamente de todo
desde los orígenes, yo también he decidido escribir para ti, excelentísimo
Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la solidez de las
enseñanzas que has recibido.” (Lucas 1:1-4)
Permitidme
aclarar un último asunto; mucha gente cree que estos evangelios fueron escritos
por discípulos de Jesús –los apóstoles-, los cuales lo habían acompañado en su
misión. Pero la realidad, admitida por todos los eruditos cristianos hoy en
día, es que, estos cuatro evangelios, fueron escritos entre los años 70 y 115
después de Jesús, lo cual resulta evidente con la lectura del comienzo del
Evangelio según San Lucas.
Otro gran
problema fue la división, el cisma, entre los que se llamaban a sí mismos
cristianos. De esta división surgieron los dos grupos más numerosos: los
Trinitarios y los Unitarios. Los primeros consideraban a Jesús divino,
incluyéndolo en la “Santa Trinidad”, mientras que los Unitarios - prácticamente
extinguidos en la actualidad a causa de la persecución de los Trinitarios-
negaban la divinidad de Jesús, considerándolo un gran enviado de Dios, pero un
ser humano, como los anteriores profetas.
Mientras la
humanidad se hallaba sumida en toda esta confusión, ignorancia, paganismo y
corrupción, Dios envió a un último mensajero, que los sacase de la oscuridad hacia
la luz. Así, los seres humanos, seguirían Su camino verdadero, la Única
Religión de Dios desde todos los tiempos.
Un
Mensajero que no hablaría por sí mismo, sino que dictaría la Palabra de Dios.
Alguien con las cualidades de un líder y la humildad de un pastor; alguien que llamara
a la oración, a la Adoración del Único e Infinito, Creador del universo. Y ese
hombre fue Muhammad, el cual fue mencionado por su nombre y sus cualidades en
las Sagradas Escrituras. Aquel que despertó a unos cuantos beduinos en el
desierto, logrando que gracias a la fe y
la sinceridad con que creyeron en el mensaje divino, fuesen capaces de
propagarlo por toda la Tierra, y de acabar con la opresión y el paganismo impuestos
por las Grandes Superpotencias de la época, el Imperio Romano y el Imperio
Persa.
Que un
puñado de beduinos, acabase con los dos
mayores imperios conocidos nos hace pensar que la fe, verdaderamente, mueve montañas.
Discovering Islam Publications ©
[1] Excepto diferentes grupos de cristianos que adoraban a Jesús, María, los
santos, etc., venerándolos e invocándoles para que satisficiesen sus necesidades.
martes, 15 de octubre de 2013
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